sábado, 10 de abril de 2010

El Vals de Las Mariposas

La misma pista sigue sonando una y otra vez en el gramófono, que ella no acepta cambiar por ningún otro aparato moderno; dice que el sonido del gramófono, a sus sesenta años, le hace sentir joven.

Ana está relajándose en el sofá, escuchando su pista favorita, “El vals de las mariposas”, con la cual siente una armonía mágica. Es en ese instante cuando entran dos niños: Gabriel, el chico, que tiene diez años, y su hermanita Gardenia, de ocho.

Gardenia se sienta junto a su abuela Ana y le pregunta:
- ¿No le aburre esta música?
Ana sonríe y responde:
- No, querida. Me gusta tanto, que nunca me aburro de ella.
Gabriel se acerca a Ana y la besa, diciendo:
- A mí también me gusta mucho esta pista.
Ana le da un beso y un abrazo, y dice:
- Te quiero tanto, Gabi.

Ana deja a sus nietos, se dirige a la cama y se sumerge en sus recuerdos. Y, de repente, les dice a los niños:
- Venid..., venid, queridos, os quiero contar una historia.
Los niños se alegran mucho y van a sentarse junto a su abuela. Después de un rato de silencio, Ana respira y empieza a contar:

Érase una vez una niñita que se llamaba Ana. Era más o menos de la misma edad que tú, Gardenia. Ana era de una familia de clase baja; sus padres trabajaban al servicio de una familia noble. Ésta última tenía un niño que se llamaba Gabriel y tenía catorce años.

Los dos niños vivieron juntos, jugaron juntos...; simplemente, crecieron juntos. Ana se acostumbró a estar con Gabriel en su tiempo libre y a veces asistía con él a las clases de griego, música, pintura, literatura y ética.
A Ana le entusiasmaba bailar. Gabriel, que, como era noble, seguía clases de baile, ayudaba a Ana, enseñándole cómo bailan las princesas.

Un día, Gabriel le regaló a Ana una pista de música que se llamaba “El vals de las mariposas”. Y, desde ese día, los dos comenzaron a bailar a ese ritmo tan hermoso como si fueran la Cenicienta y su Príncipe Azul.

Cuando los dos se hicieron mayores, su amistad se convirtió en un amor serio, pero la familia de Gabriel lo consideró un amor imposible e ignoró esta relación.

Gabriel, en ese momento, era un caballero de veinte años, y siguió amando a Ana, su preciosa mariposa. Pero tuvo que separarse de ella para ingresar en la Universidad Real. La lejanía les resultaba insoportable a ambos, pero sus almas estaban unidas..., a pesar de la distancia.

Pasaba el tiempo y, cuatro años después, Gabriel terminó su carrera y volvió junto a Ana, su alma gemela. Pero la vida sentenció la separación de ambos. La familia de Gabriel le obligó a que dejara a Ana y a casarse con otra mujer de familia noble: la princesa Marte. Esta princesa, a pesar de ser una perfecta esposa, no le gustaba a Gabriel .

Una noche, Gabriel y Ana estaban juntos. Él le pidió que huyeran lejos de su familia y de todos los que se oponían a su matrimonio. Pero Ana le dijo que no podía huir de todo el mundo y le rogó que se casara con la princesa.

Al principio, Gabriel no entendió nada. Pensaba que Ana ya no le quería, pero ella le explicó que no podía hacerle perder todo por culpa de su amor, y le juró que nunca sería de otro. Gabriel aceptó casarse con la princesa.

Ana, con el corazón dolorido, dejó el país. Trabajaba como bailarina, ya que el baile era su único remedio, era la única cosa que le ayudaba a olvidar su gran amor. Ganó mucho dinero y viajó por todo el mundo, pero nunca pudo olvidar a Gabriel.

Después de cuatro años, unos amigos de Ana la invitaron a una gran fiesta. Ana era una linda mujer, bellísima, alta; tenía el cuerpo bien proporcionado, ojos marrones y pelo largo, liso y negro. Era la mujer más bella en la fiesta, gracias en parte a su vestido rojo, que era corto y dejaba adivinar su belleza, y a sus zapatos de tacón, que reflejaban su feminidad y su dulzura. En resumidas palabras: Ana era la sensación de la fiesta.

Cuando estaba hablando con sus amigas, Ana se paró y se quedó en blanco enfrente de un hombre extranjero. Después de un rato, él le preguntó:
- ¿Eres tú, mi preciosa mariposa?
Ella le respondió:
- ¿Eres tú, mi cielo?
- ¡No me digas que nos hemos encontrado por casualidad!
- ¡No me lo puedo creer! ¡Te echo mucho de menos, Gabi!
- Te quiero.

Se abrazaron y empezaron a bailar, olvidados de todo el mundo. Pasaron toda la noche juntos; se acordaron de sus momentos de amor. Después de la fiesta, salieron juntos. Gabriel le contó a Ana que su esposa había muerto mientras estaba embarazada. También le contó que su vida sin ella era un lío y que sin su amor el mundo no tenía sentido...

Los dos decidieron casarse, olvidándose de todo el mundo y de las reglas establecidas. Vivieron muy felices juntos. Gabriel trató a Ana como si fuese la princesa de un cuento infinito y le hizo olvidar todo el dolor que lejos de él había sentido. Trajeron al mundo a un bebé precioso. Se llamaba María y tenía la belleza de su madre. Y, un año después, tuvieron otros dos hijos, chicos esta vez: se llamaban Juan y Julio.

La familia vivía como si estuviera dentro de un dulce sueño. Pasaron los días, y Ana y Gabriel veían crecer a sus hijos, que iban todos los días a la escuela. Los fines de semana iban todos juntos a algún lugar maravilloso.

Y la familia de Gabriel poco a poco empezó a aceptar su nuevo matrimonio. Después de largo tiempo, comenzaron a considerar a Ana como un miembro más de la familia, así que no había preocupaciones en la vida de los dos enamorados, que cada día se querían mucho más.

En ese momento, Ana deja su relato y suspira dolorosamente, diciéndose a sí misma: “Pero..., finalmente, la vida no sale siempre como deseamos... Siempre nos golpea en algún momento no deseado...”.
Y empieza a llorar...

Los niños la ven, y Gardenia le pregunta:
- ¿Está bien, abuelita?
- Sí, querida; estoy bien.

Gabriel le dice:
- Si quiere, podemos continuar después.
- No, estoy bien; voy a continuar.

Y continúa...


Ana y Gabriel pensaron que su felicidad sería eterna, y no se dieron cuenta de que la vida no les daría todo sin exigir nada a cambio.

Un fin de semana, mientras Gabriel estaba jugando con sus hijos en el mar, se sintió mal. No se lo dijo a Ana, pero ella se dio cuenta que algo le estaba pasando. A lo largo de una semana, Gabriel intentó engañar a Ana..., en vano porque ella sentía cada pulso de su corazón. Ana le obligó a ir a ver a un médico; al principio él no aceptó, pero al final fue.

Y, como en un drama cualquiera, por aquello de que la vida es siempre justa y “da la felicidad y el dolor consecutivamente”, el médico dijo que Gabriel padecía una enfermedad grave, probablemente cancér.

Pasaron los días y Ana intentaba mitigar el dolor de su alma gemela; sentía el dolor como si fuera el suyo propio. En verdad, no era Gabriel sólo quien sufría, sino que Ana también padecía, incluso más que él. La enfermedad hizo que el amor de los dos aumentase cada vez más.

Ana para de contar otra vez, entre lágrimas...

Gardenia, con curiosidad, le pregunta:
- Dime, abuelita, ¿qué le pasó?

Ana sonríe, con lágrimas en las mejillas, y dice:
- Nada de gravedad... Murió fisicamente..., pero siempre vive en mi corazón. Se fue..., pero siempre está aquí, junto a mí.

Mi suicidio

Muerta «ella»; tendida, inerte, en el horrible ataúd de barnizada caoba que aún me parecía ver con sus doradas molduras de antipático brillo, ¿qué me restaba en el mundo ya? En ella cifraba yo mi luz, mi regocijo, mi ilusión, mi delicia toda..., y desaparecer así, de súbito, arrebatada en la flor de su juventud y de su seductora belleza, era tanto como decirme con melodiosa voz, la voz mágica, la voz que vibraba en mi interior produciendo acordes divinos: «Pues me amas, sígueme.»

¡Seguirla! Sí; era la única resolución digna de mi cariño, a la altura de mi dolor, y el remedio para el eterno abandono a que me condenaba la adorada criatura huyendo a lejanas regiones.

Seguirla, reunirme con ella, sorprenderla en la otra orilla del río fúnebre... y estrecharla delirante, exclamando: «Aquí estoy. ¿Creías que viviría sin ti? Mira cómo he sabido buscarte y encontrarte y evitar que de hoy más nos separe poder alguno de la tierra ni del cielo.»

Determinado a realizar mi propósito, quise verificarlo en aquel mismo aposento donde se deslizaron insensiblemente tantas horas de ventura, medidas por el suave ritmo de nuestros corazones... Al entrar olvidé la desgracia, y parecióme que «ella», viva y sonriente, acudía como otras veces a mi encuentro, levantando la cortina para verme más pronto, y dejando irradiar en sus pupilas la bienvenida, y en sus mejillas el arrebol de la felicidad.

Allí estaba el amplio sofá donde nos sentábamos tan juntos como si fuese estrechísimo; allí la chimenea hacia cuya llama tendía los piececitos, y a la cual yo, envidioso, los disputaba abrigándolos con mis manos, donde cabían holgadamente; allí la butaca donde se aislaba, en los cortos instantes de enfado pueril que duplicaban el precio de las reconciliaciones; allí la gorgona de irisado vidrio de Salviati, con las últimas flores, ya secas y pálidas, que su mano había dispuesto artísticamente para festejar mi presencia... Y allí, por último, como maravillosa resurrección del pasado, inmortalizando su adorable forma, ella, ella misma... es decir, su retrato, su gran retrato de cuerpo entero, obra maestra de célebre artista, que la representaba sentada, vistiendo uno de mis trajes preferidos, la sencilla y airosa funda de blanca seda que la envolvía en una nube de espuma. Y era su actitud familiar, y eran sus ojos verdes y lumínicos que me fascinaban, y era su boca entreabierta, como para exclamar, entre halago y represión, el «¡qué tarde vienes!» de la impaciencia cariñosa; y eran sus brazos redondos, que se ceñían a mi cuello como la ola al tronco del náufrago, y era, en suma, el fidelísimo trasunto de los rasgos y colores, al través de los cuales me había cautivado un alma; imagen encantadora que significaba para mí lo mejor de la existencia... Allí, ante todo cuanto me hablaba de ella y me recordaba nuestra unión; allí, al pie del querido retrato, arrodillándome en el sofá, debía yo apretar el gatillo de la pistola inglesa de dos cañones -que lleva en su seno el remedio de todos los males y el pasaje para arribar al puerto donde «ella» me aguardaba...-. Así no se borraría de mis ojos ni un segundo su efigie: los cerraría mirándola, y volvería a abrirlos, viéndola no ya en pintura, sino en espíritu...

La tarde caía; y como deseaba contemplar a mi sabor el retrato, al apoyar en la sien el cañón de la pistola, encendí la lámpara y todas las bujías de los candelabros. Uno de tres brazos había sobre el secrétaire de palo de rosa con incrustaciones, y al acercar al pábilo el fósforo, se me ocurrió que allí dentro estarían mis cartas, mi retrato, los recuerdos de nuestra dilatada e íntima historia. Un vivaz deseo de releer aquellas páginas me impulsó a abrir el mueble.

Es de advertir que yo no poseía cartas de ella: las que recibía devolvíalas una vez leídas, por precaución, por respeto, por caballerosidad. Pensé que acaso ella no había tenido valor para destruirlas, y que de los cajoncitos del secrétaire volvería a alzarse su voz insinuante y adorada, repitiendo las dulces frases que no habían tenido tiempo de grabarse en mi memoria. No vacilé -¿vacila el que va a morir?- en descerrajar con violencia el primoroso mueblecillo. Saltó en astillas la cubierta y metí la mano febrilmente en los cajoncitos, revolviéndolos ansioso.

Sólo en uno había cartas. Los demás los llenaban cintas, joyas, dijecillos, abanicos y pañuelos perfumados. El paquete, envuelto en un trozo de rica seda brochada, lo tomé muy despacio, lo palpé como se palpa la cabeza del ser querido antes de depositar en ella un beso, y acercándome a la luz, me dispuse a leer. Era letra de ella: eran sus queridas cartas. Y mi corazón agradecía a la muerta el delicado refinamiento de haberlas guardado allí, como testimonio de su pasión, como codicilo en que me legaba su ternura.

Desaté, desdoblé, empecé a deletrear... Al pronto creía recordar las candentes frases, las apasionadas protestas y hasta las alusiones a detalles íntimos, de esos que sólo pueden conocer dos personas en el mundo. Sin embargo, a la segunda carilla un indefinible malestar, un terror vago, cruzaron por mi imaginación como cruza la bala por el aire antes de herir. Rechacé la idea; la maldije; pero volvió, volvió..., y volvió apoyada en los párrafos de la carilla tercera, donde ya hormigueaban rasgos y pormenores imposibles de referir a mi persona y a la historia de mi amor... A la cuarta carilla, ni sombra de duda pudo quedarme: la carta se había escrito a otro, y recordaba otros días, otras horas, otros sucesos, para mí desconocidos...

Repasé el resto del paquete; recorrí las cartas una por una, pues todavía la esperanza terca me convidaba a asirme de un clavo ardiendo... Quizá las demás cartas eran las mías, y sólo aquélla se había deslizado en el grupo, como aislado memento de una historia vieja y relegada al olvido... Pero al examinar los papeles, al descifrar, frotándome los ojos, un párrafo aquí y otro acullá, hube de convencerme: ninguna de las epístolas que contenía el paquete había sido dirigida a mí... Las que yo recibí y restituí con religiosidad, probablemente se encontraban incorporadas a la ceniza de la chimenea; y las que, como un tesoro, «ella» había conservado siempre, en el oculto rincón del secrétaire, en el aposento testigo de nuestra ventura..., señalaban, tan exactamente como la brújula señala al Norte, la dirección verdadera del corazón que yo juzgara orientado hacia el mío... ¡Más dolor, más infamia! De los terribles párrafos, de las páginas surcadas por rengloncitos de una letra que yo hubiese reconocido entre todas las del mundo, saqué en limpio que «tal vez».... al «mismo tiempo».... o «muy poco antes»... Y una voz irónica gritábame al oído: «¡Ahora sí.... ahora sí que debes suicidarte, desdichado!»

Lágrimas de rabia escaldaron mis pupilas; me coloqué, según había resuelto, frente al retrato; empuñé la pistola, alcé el cañón... y, apuntando fríamente, sin prisa, sin que me temblase el pulso.... con los dos tiros.... reventé los dos verdes y lumínicos ojos que me fascinaban.

Emilia Pardo Bazán

jueves, 1 de abril de 2010

Viviendo Memorias En Un Verano (Final)

Como ya era de esperarse, las vacaciones de verano llegaron.

Los jóvenes, sin planes de salir de la cuidad, aburridos en la inmensa cuidad, que se pone mucho mas tranquila, sin tanto trafico, sin tanto smock, se ve mas limpia la cuidad, las flores se ven mas lindas, el sol cae a plomo sobro los hombros de aquellos que están debajo de el.

Aire nuevos se ven venir, todos los turistas que aprovechan, para visitar museos, zonas históricas de la capital, que en un día común, no se aprecian igual por tanto afán de correr de un lado a otro sin voltear a ver edificios antiguos, museos, centros culturales.

Mientras tanto en nuestro vecindario los dos amigos con sus novias pasean, se encuentran a Tomassino.

-Don Tomassino, ¿que haciendo por estos lares?

-Nada, chicos aquí caminando un poco el aire, mas puro porque la cuidad se limpia.

-Ustedes chicos, yo ya los hacia por la playa, gozando del sol el mar.

Los jóvenes abrazados los cuatro le dan sus razones el porque no van a salir, Alfredo no puede costear un viaje, Mauricio prefiere trabajar en verano, Paulina se queda acompañando a Mauricio, Claudia prefiere quedarse a lado de Alfredo, diciendo que así sera mas divertido estando todos juntos.

Don Tomassino, invito a los chavales a su casa a tomar un refrigerio, Jacinta prepara todo una mesa especial, cinco sillas, una limonada fría con limones frescos , con hielo, una botana ligera.

Todos reunidos charlan de temas que surgen de la nada.

-Don Tomassi, que hacían en sus tiempos cuando pasaba esto de quedarse en casa.-pregunta Paulina.

-Veras bella Pau, yo rara vez salía de viaje, siempre corría de aquí para allá con mis amigos, nos ivamos a pescar, volábamos papalotes, jugábamos fútbol, base ball, inventabamos mil y un juegos, eran tiempos mas imaginativos.



Terminando de decir esto, a Tomassi le vino en mente el recuerdo de sus amigos y una nueva locura salio de sus labios.

-Hagamos un verano de locura, juguemos de todo, vayamos a todos los lugares, hagamos de este verano el mejor de su vida.

Los jóvenes se alegraron de estas palabras, el viejo tiene un corazón de oro.



Los días siguientes fueron una aventura, fueron a los dinamos, al bosque de chapultepec, volaron papalotes, hicieron burbujas de jabón, remaron por los canales de xochimilco, en la traginera mas bella llena de flores, cantando canciones netamente mexicanas, comieron dulces tradicionales, visitaron el zoológico, haciendo se bromas pesadas.

-jajaja miren ahí esta tu familia Alfredo- dijo Mauricio señalando los changos.

-Alfredo contesta- si tu andale ahí están tus amigos- este señalando los hipopótamos-

Todo aquello era un mar de carcajadas, las chicas se les subían a los hombros a los chicos para poder ver de una forma mejor a los leones.

Admirando el espectáculo urbano de los payasos, a los magos de la calle haciendo los mismo viejos trucos de todos ya conocemos.

Los chicos compran flores para sus amadas, de una vendedora, que en estos tiempos siempre abundan.

Se toman fotos en el bosque, en el zoológico, escuchando a Don Tomassio, escuchando sus memorias, hacen un día de campo, en campo verde árboles cubriendo, el sol haciendo grandes sombras, los chicos acostados en el verde sesped, Tomassio en un almaca se abalancéaba, descansando, al fin siendo feliz.

Los días transcurren el viejo se ve como un escuincle de quince años, jugando base ball. lanzando un jon round, picheando unas curvas peligrosas, teniendo como porristas las novias de sus dos mejores amigos.

Aveces solo aveces se quedan en casa, a nadar en la picina de la misma, viendo películas de antaño, películas de blanco y negro, incluso construyen un teatrino para representar una obra con títeres, la bella durmiente y los siete enanos se divirtieron como nunca antes.

Van a las reservas ecológicas a las cercanías de la cuidad, montan a caballo, Don Tomassino en caballo.

-Así he chicos miren soy Napoleon Bonaparte, el conquistador Francés.

-Jajajaja Tomassi que cosas se le ocurren- dice Claudia.

Por otro lado los chicos en monturas haciendo alarde de valentía para impresionar a sus enamoradas.

-Amor mío mira así me veo mejor que Vicente Fernandez.-Dice Alfredo-

-Te mire estabas tan bonita, tan sensual, te imagine ajena y me iso mal ay ay amor.- canta Mauricio a Paulina.

Por la noche van a Garibaldi la zona mas mexicana de México, entre mariachis, comida típica, un pozole, tacos de carnitas, chile picante, tequila o mezcal, entre los charros, entre algún gringo visitantes de otros países, conviven con Tomassino, escuchando al Charro Avitia, Cornelio Reyna, Antonio Aguilar,Jose Alfredo Jimenes, Javier Solis, este ultimo cantando la canción de Tomassio.

-- Hoy se que firme fui que afronte ser como era y así logre vivir pero a mi manera. porque sabrás que un hombre al fin conocerás por su vivir no hay porque hablar ni que decir ni recordar ni que fingir puedo seguir pero a mi manera.



Al día siguiente museos o como dijeron los chicos fueron a visistar la familia de Tomassio porque vieron, momias y fociles, Tomassio solo bromeaba.

-Chicos este es mi hermano, ah que feo le sientan la edad.

-Mire Tomassi su primera mascota un T-rex- Todo era chistes. bromas.

El paseaban en bicicletas, jugaban videojuegos enseñandole a Don Tomassio.

Todo el verano fue diversión pero todo llego a su final.

Mil historias se contaron en ese verano día a día una memoria renacia y se vivía, como honrando las memorias.

Los chicos entraron a nuevo ciclo escolar, con mas experiencia, alegres contentos, mas que aquel jovenzuelo, que fuera a la playa, o bien a conocer otro país.

La primera semana todo fue normal con esa nueva cotidianidad, Don Tomassio paseaba, por las calles con nueva vida, saludaba a sus amigos. Los jovenzuelos ,vivia una vida de quince años ya teniendo 80 años.

El lunes siguiente Don Tomassino murío al amanecer, los vecinos al enterarse de la lamentable noticia, corrieron a su casa, las mujeres con velo negro, los hombres sumamente respetuoso de la situacion, sus amigos, sus cuatro amigos, lloran.

Jacinta les entrega una carta escrita por puño y letra por Don Tomassio.



"Amigos mios, no lloren por mi partida, al contrario hagan fiesta, ustedes me hicieron vivir mi vida entera en un verano, no se pongan tristes, mi partida es solo por un momento, ya nos encontraremos en la otra vida, por ahora yo me reuniré, con mis amigos, mis padres, mi amada Romina. Amigos me voy feliz porque dentro de este mar, de tecnología, el va y ven de la gente, en este mundo loco, que corre aprisa, que no sabe disfrutar de lo mas humilde, que escucha consejos ajenos y no siguen al corazón. Me voy feliz porque encontré cuatro jóvenes con la alegría de vivir. Vivan la loca aventura de la vida.

Con cariño por siempre su amigo Don Tomassino del Real."



Hoy hace tiempo que Don Tomassino se fue y en aquel viejo vecindario, en la calle fuera de su casa, los niños juegan, rien, son felices,viven la locura de vivir.



Fin

Marth-Wonejo

Viviendo Memorias En Un Verano (3)

A tan solo tres días, del baile de graduación, Tomassino, salio de la gran monotonía de su vida,
ahora tiene dos pequeños amigos que le han devuelto su juventud que se encontraba en el corazón del viejo señor.

Ahora Tomassino preparo a los jóvenes para una aventura, les enseño algunas notas de guitarra a medio cantar, junto flores de su gran jardín lo arreglo de una forma, que se veían mas hermosas, que ahí sembradas en medio del patío. La idea era muy ingeniosa, llevar serenata a sus hermosas niñas, en la noche no tan tarde para no causar problema alguno con los vecinos.

-Bueno amigos mios llego la hora de actuar--estando debajo de la ventana de estas hermosas niñas.
Alfredo quien era el que no tenia aun pareja fue el primero en cantar a Claudia, tocando apenas las notas que le enseño Tomassino, acompañado de su amigo Mauricio quien llevaba otra guitarra haciendo comparsa. Estando en México es obvio la melodiosa canción que se escucharía.

-Canto al pie de tu ventana pa que sepas que te quiero, Tu a mi no me quieres nada pero yo por ti me muero...

Ajua solo para abrir boca y llamar la atención de la muchacha, al salir ella Alfredo seguía cantando, llevando en manos las flores para su Claudia.
Claudia bajo a la puerta abriendo con lentitud pausando el tiempo.
-Hola niños locos que hacen aquí a estas horas.
Mauricio apoyando a su amigo contesta...
-Acompañando a Alfred que tiene algo muy importante que decirte.
Poniendo su mano en el hombro de su compañero, alentándolo a la puerta.
Alfredo titubeando, con timidez.
-Hola Clau, bueno este yo. yo . yo quiero -suspiro leve, tragando saliva-
-¿Te gustaría ser mi pareja de baile?
Claudia en la puerta sorprendida por todo aquello casi muda, sin palabra alguna
solo asiente con el movimiento un Si.
-Si si mi niña ¿en verdad?
Alfredo deja aun lado su timidez y ya mas dueño de la situación
le da el ramillete de flores, a Claudia. le sonríe tímida sonrisa sonrojadas miradas se cruzan
ojos enamorados del primer amor se encuentran, la ilación esta presente el amor es el amor de la noche.
-Suspiro de Alfredo que con cariño toma las manos de Claudia los lleva sus labios y le da un beso, se acerca a ella sin premura le roba un beso en la mejilla, si en la mejilla pero cargado de amor.
En esos instantes unos aplausos rompen en silencio romántico.
-Bravo ese es mi amigo Alfredo--dice Tomassi-
-Bravo bien hecho brother-- se oye aplaudir a Mauricio-
Los dos chicuelos recién enamorados se sienten tímidos pero contentos.
Bien misión cumplida solo falta Mauricio pero el mas fácil ya tiene pajera, mas que eso es u novia
se dirigen a verla acompaño del viejo Tomassi y sus amigos enamorados.
Don Tomassino no había preparado la misma canción para los dos, claro que no Mauricio es mas serio, mas sereno pero a diferencia de Alfredo, Mauricio ya tenia novia que es Paulina así que la canción es diferente.
Al llegar a la vivienda donde esta Paulina, novia de Mauricio se oye una, canción diferente una de esas que no cantan los jóvenes de hoy día.
-Adoro la calle en que nos vimos, la noche cuando nos conocimos, Adoro lo que me dices nuestros ratos felices los adoro vida mía...

Un bolero clásico para un amor que crece y crece día a día.
Paulina que no se daba por enterada, tardo un poco en salir, se quedo detrás de la puerta un rato mas, haciendo la maldad de tardarse para escuchar a Mauricio cantar,al abrir la puerta se avalan so sobre el, dando un abraso y un beso largo y cariñoso.
Alfredo que esta ahora haciendo segunda solo menciono.
-Aah el amor- terminando de tocar su guitarra abrazando a Claudia.
Paulina pregunta- que es todo esto ustedes están locos solo a ustedes se le ocurre todo esto.
Mauricio abrasando a su amada dice- No nosotros no, la idea es de nuestro amigo Don Tomassi.

Don Tomassi con su sombrero elegante saluda a la dama Paulina.
-Hola mucho gusto en conocerla, señorita Paulina, Mauricio me ha hablado mucho de ti.
-El gusto es mío.

Don Tomassi sabio en esos que hace res, se despide sin mas ni mas. Caminando por las calles con su bastón, dejando a sus dos amigos con sus respectivas parejas.
Los jovenes lo despiden con la mano desde una distancia, cada pareja abrazando a su respectivas chicas.

La fiesta noche de viernes ultimo día en que varios compañeros se verán. algunos se cambiaran de escuela otros, se mudan, algún flojo que reprobo en fin, todos están ahí reunidos.
En el patio del colegio, adornado con estrellas, lamparas chinas, papelillos colgando, luces multi color, la música del momento de fondo, mesas y sillas al rededor de la pista del baile.
Alfredo correctamente vestido de traje negro con corbata en vino, zapatos bien boleados, peinado engomado por el gel en exceso y perfumado con colonia de su padre. Claudia va finamente arreglada, vestido largo azul oscuro elegante con un chal en los hombros, un peinado de gala, toda una princesa, Mauricio mas vestido de forma casual, medio traje sin corbata con camisa desabotonada, peinado bien cuidado con un toque de loción, Paulina vestido blanco largo con olanes finamente detallados, con lentejuela formando un corazón en su pecho, peinado con adorno de mariposa en forma de flor, con un delicado aroma dulce.

El protocolo de la fiesta no se hace esperar, los maestros hablan la directora dice un típico discurso, a su alumnado, terminando este protocolo, la música se deja sentir, los globos se dejan ver siendo parte del adornado.todos bailan en rueda, los últimos abrazos a los amigos que jamas se volverán a ver, porras y cánticos a la escuela, fotografías de recuerdo, papelillos con e-mails, teléfonos, datos personales para no perder comunicación con los amigos.

Las parejas están contentas, no hay un solo tiempo muerto, todo el tiempo bailan, platican para descansar, animados en su habiente, al casi termino de la fiesta, el Dj pone una canción lenta, despacio, con notas muy suaves.

Alfredo y Mauricio dan un leve suspiro, cortejan a sus parejas, les toman de la mano haciendo reverencia dando un beso en sus manos llevándolas, con seguridad, ergidos, contentos, son suma elegancia tal cual su viejo amigo se los había enseñado. La música de fondo las parejas bailando en el centro de la pista, Mauricio y Pualina se dan un beso muy apasionado.
Alfredo abraza a Claudia mirandole a sus ojos, se vuelve encontrar miradas sonrojadas, miradas de timidez, nerviosismo por parte de los dos, se acercan poco a poco, como dudando, pero sabiendo lo que va a ocurrir, si sus labios se tocan por primera vez, se dan su primer beso, como en aquellas películas romanticás norteamericanas.
Así llega el fin del baile, los chicos acompañan a sus novias, a sus casas como todo caballeros que son, tomados de la mano caminan esas calles, hasta llegar a la morada de sus novias, ahí un beso, un abrazo y un te quiero es el fin de esa noche.

Y así llega el epilogo de una aventura breve pero linda, en una casona Don Tomassino, escuela música, una canción que le recuerda a su amor, sentado en un sillón, con una copa de vino en l mano derecha, con el pie derecho cruzando el izquierdo, suspirando así recuerda una mas de sus memorias.

Continuara...
Marth

Viviendo Memorias En Un Verano (2)

Al siguiente día, de la celebraciones, de aquella gran final de football, después de una noche sin dormir la cuidad parece, descansar y todo vuelve a una cotidianidad.

Don Tomassino, se levanta como todo los días, como no hay diferencia entre un día a otro, la típica platica breve pero concisa con su fámula, o vista de otro modo, quien lo escucha, acompaña en su soledad en aquella casona abandonada.

-Buenos días Don Tomassino, ¿como amaneció?
-Bien bien gracias por preguntar, ¿usted si pudo dormir?
-Que le digo Señor, ayer por la noche parecía esto un carnaval de primavera, mucha fiesta por ese partido, malvados todos aquellos que no dejan conciliar el sueño ajeno.
-Hay Jacinta, la vida se vive una vez, ay que disfrutar hasta de lo mas simple.
- Pues si Señor, pero resulta que mi equipo, no paso a la final y no creo que deba celebrar el triunfo de otro equipo.
-Jaja Jacinta, por eso tu mal humor, ahora entiendo, algún día tu equipo sera campeón y te veré como loca desquiciante de felicidad y yo con una cara de perro sarnoso.
-Ha señor que cosas dice usted, a veces parece que hablo con un chiquillo de quince años y no todo un señor ya con toda un vida hecha.
-Ahora tu me ofendes recordándome que estoy viejo, pues mira que yo seré viejo, pero mas joven en el alma.

Terminada la platica matutina, el viejo Tomassino empieza ese camino, que lo ha visto por años pasar, llega aquel puesto de periódicos, donde un día antes vivió lo que hace mucho no lo había hecho, y saludando a su amigo Antonio con singular alegría,

-Hola Antonio, ¿como le fue en la celebridad?
el vendedor de periódico acabando de atender un cliente y aun acomodando su mercancía, señalando el periódico local.
-Vea usted Don Tomassi, vea que chulada de noticia,-el encabezado del diario era Gran Final Digno Campeón De Mil Honores-
-Ya veo, ahora te comprare dos periódicos, uno para guardar la memoria, el otro para hacer enojar a una señora,-cabe mencionar que dicha señora era si no mas que Jacinta-
-Como usted lo ordene Don Tomassi- dando así dos periódicos a su mejor cliente.-

Don Tomassino, se queda recargado en el poste de luz, leyendo la crónica de aquel partido, al tiempo que su amigo Antonio, sigue vendiendo la nota del día a todo aquel que va por tenerlo como menciona Don Tomassino para guardad la memoria, en ello dos jóvenes, de algunos doce años se acercan hablar con Antonio con un lenguaje coloquial.

-Que onda Don Toño como vio el partido- dice uno de ellos un poco mas alto que el otro-
-Si lo vio Don Toño nuestro equipo es el mero mero, el mas grande, el mas chido- dice el otro joven el mas bajo en estatura con una gorra del equipo campeón.
-mire Don mi gorra del equipo campeón como la mirolea eh.
Antonio acomodando ya las ultimas revistas en su humilde local
-Claro muchachos el equipo es el mas grande y si vi el partido, estuvo cargado de emociones
yo lo vi aquí con Don Tomassi. -haciendo una seña con la cabeza señalando a Don Tomassi recargado leyendo el diario-

Los jóvenes como es habitual no se inividen, mas cargado con alegría y aun euforia del partido, invitan de forma poco formal a Tomassi a tomar parte de su charla.

-Bien así debe ser, todos apoyando al equipo, ¿señor usted como vio el partido?--diciendo al viejo Tomassino--
-Muy bueno, realmente desbordante de pasión--contesta Tomassino con alegría, sin despegarse de su lectura--

Ahora Don Tomassino era participe de una charla, usual pero para el era diferente, porque acaba de romper la monotonía de hablar con gente de su edad en aquella coféteria, ahora esta charlando con muchachos muy jóvenes. Pero Don Tomassi haría una pregunta que pronto combaría en todo su monotonía.

-Jovenzuelos,¿les gustaría jugar una partido de fútbol con un viejo como Antonio y un señor con juventud acumulada como yo?
Obvio a esta pregunta los jóvenes se rieron de una forma chusca, a lo cual Tomassi le dio fin.
-Oh ¿sera que ustedes que son jóvenes les da miedo perder, contra sus antepasados en un partido de fútbol?
Mauricio el muchacho mas alto le contesta entre risas al viejo.
-Claro que no, eligan cancha les daremos ventaja.
Alfredo el otro chico el mas bajito, un poco mas gordito, el de la gorra agrega.
-Claro claro es mas solo porque el señor Tomassino me cae bien le prestare mi gorra de la suerte.

Los jóvenes estas entusiastas con todo el hecho de jugar un partido con dos señores, ya mayores pero unidos por una misma pasión, pero pronto se darían cuenta que no hay balón con que jugar, el parque esta a unas cuantas cuadras del lugar.

-Pero con que vamos jugar-dice Alfredo.
contestas Mauricio -Huy es el problema el balón lo perdimos ayer entre la bulla y en el parque no podremos jugar porque están los malandrines esos que usan el parque como sucursal de drogas-
Alfredo en un todo de preocupación, casi llegando a la desilusión, rascándose la cabeza.
-No pues ya no jugamos, será hasta otro día y todo por esos que se juntan ahí, esa bandita de malandrínes- hace mueca con sus labios de desaprobación-
Don Tomassino no se desanima al contrario todo aquello le llena de un pensamiento,una memoria le viene a su mente, una idea surge y se deja llevar por el momento.
-Muchachos juguemos entonces a mi estilo.
Los jóvenes se miran entre si con cara de interrogación y un tanto sorprendidos-
-¿Su estilo? -dicen ambos al tiempo-
-Si con una lata de aluminio, no vayamos al parque juguemos aquí, total no pasan autos, solo pintamos con un gis la portería.
Los jóvenes se entusiasman con la idea de Don Tomassi, pa pronto es tarde, la cancha esta dibujada un poco desalineada, pareciendo carretera con mas curvas. tomando dos piedras de por ahí para marca los arcos imaginarios de la portería. Y así empieza lo que seria un partido, donde tres generaciones juegan Don Tomassino, señor de la tercera edad, Antonio de edad media no rebasando los cuarenta años, Alfredo y Mauricio colegiales de doce años.

El partido es un juego de diversión, renombrando nombres de sus jugares favoritos, aun viviendo el recuerdo del campeonato obtenido, a los jóvenes les llaman a comer, se despiden de Toño y Tomassi, ahora así le dicen de cariño y confianza, Antonio vuelve a su puesto, Tomassino retorna a su hogar. Y así un partido de tres generaciones con olor añejo se termina.

Los días pasan los jóvenes, ahora saludan a Don Tomassino, con confianza, se ven ya del diario en aquella esquina, donde se conocieron, pero una tarde entre charla y charla surgió lo que seria el comienzo de toda una aventura.

Alfredo el mas alegre, el mas pasional, comenta en un todo muy acelerado de la juventud.
-Tomassi,¿ usted sabe bailar? mire que yo estoy metido en un broncón de aquellos.
-Por supuesto que se bailar pero ¿cual es tu problema?
-Mire la verdad se acerca el fin de año escolar y--mira hacia el suelo con timidez en voz baja dice--Quiero invitar a una compañera de la escuela al baile pero me da pena.
-Jaja ah a eso se debe la pregunta, lo primero que debes hacer es invitarla, después preocuparte por no pisarla- contesta en un tono simpático Tomassi-
Mauricio que no se queda tan atrás de la charla dice.
-Yo Tomassi ya tengo pareja para el baile, pero tampoco se bailar, pero no me preocupo por que solo es música de ahora, y solo se trata de moverse como loquillo.
-Loquillo ya estas ahora solo falta moverte-contesta Alfredo soltando una carcajada.

Don Tomassino recuerda su primer baile y decide ayudar a sus dos nuevos amigos.
-Vengan esta tarde a mi casa yo les ayudare a sentirse todo unos bailadores expertos.

La hora de la cita llego, los dos muchachos puntuales, aquellas puertas se abrieron por primera vez después de tanto tiempo a personas ajenas, que no fueran Don Tomassino y Jacinta.
Los jóvenes entran a la casona, bien cuidada por Jacinta, todo rincón limpio sin polvo alguno, los niños se admiran de la casa tan grande, Jacinta los pasa a la sala de música, donde ya Don Tomassi los esta esperando.

-Hola chicuelos pensé que me dejarían aquí como una flor, mas plantado que un árbol.
Los jóvenes se sueltan a reír por aquella chispa de Don Tomassi.
-Bien jóvenes llego la hora de la lección, y a falta de damas ustedes harán el papel de mujer y hombre.
Alfredo el mas interesado en aprender menciona que lleva un disco de la musica moderna.
-Tomassi aquí le traigo un disco con la música de hoy.
-No Alfre-ya estando en confianza los nombre se acortan-
-Como veras yo tengo una selecta colección de discos y con ellos aprendemos a bailar.
Mauricio ya entusiasmado por aprender
-Bueno Tomassi usted digamos que hacer, porque solo tenemos una semana de ensaño.
Tomassi toma un disco de su época, un vals romantíco, lo coloca en su toca disco, así empieza a sonar muy leve, muy suave una melodía.
-Bien chicos el tiempo apremia y aun tenemos que ver como Alfre invitara a su Julieta
Alfredo se siente tímido, Mauricio le da un palmadazo en su hombro de animo.
-Bueno muchachos esta musica es vieja, lenta, despacio pero es lo que se baila en una fiesta, y es lo mas romantíco para bailar con una mujer.

Así empiezan, las clases Don Tomassino, señala los pasos, da ordenes y le oye decir.
-Mira a los ojos, los ojos de la mujer son la ventana del alma.
-No muestres tímides. Se seguro de ti, despacio, delicado pero con seguridad,
-Deben llevar a la dama, cortejar, mírala a los ojos, susurrarle al oído hoy te vez linda como la luz de la estrella, así brilla tu esplendor.

Al finalizar, la ardua sección de baile, Don Tomassino, les invita a tomar un refresco a sus jóvenes amigos, así sentados, podrán platicar mas.

-Alfredo decirme como es la señorita que te gusta.
Alfredo da un suspiro, se recarga en la silla, da un sorbo a su bebida, rasguea la garganta
-Vera Tomassi es la chica mas linda del salón, es súper dulce, es muy buen amiga mía, pero no se si yo le guste como para ir conmigo al baile.
Mauricio solo toma su bebida de vez en vez se suelta una sonrisa.
-Entiendo Alfre la verdad si no te arriesgas no sabrás que hay en el corazón de tu dama, a todo esto muchos ustedes no me han dicho los nombres se sus princesas.
Mauricio es el primero en contestar.
-Mi cita se llama Paulina va en otro salón, pero nos vemos a diario es vecina mía
-Claudia es el nombre de la chica que me trae de un ala Tomassi- dice Alfredo con voz enamorada.
-Bien mis jóvenes amigos ya planearemos como invitar de una forma muy bonita a sus parejas, mas a ti Alfre.

Así es Don Tomassino, se le vino el recuerdo cuando era joven y se enamoro por primera vez de su amor verdadero, y toda las peripecias que tuvo que hacer para escuchar un si como respuesta, ¿cual sera el plan que tiene Don Tomassino en mente.?

Continuara...
Marth

Viviendo Memorias En Un Verano

En un mundo donde todo va deprisa, donde crecemos a lo alto, donde la comunicación es ya a nivel global, entre ruidos diversos, discusiones de gentes que van y vienen, taladros eléctricos destruyendo lo que ayer fue un paisaje vistoso lleno de vida, para lo que el día de mañana séra un colosal edificio, de dimensiones similares a otros más, por que similar? por que, en estos tiempos así debe ser ya no crecemos a lo largo de la tierra ahora, crecemos a lo alto como queriendo tocar el cielo con nuestros dedos, tener por vecino al sol y la luna, una nube incomoda que no nos dejara mirar, haciendo la gracia de tapar la maravillosa vista que compraremos.
Entre esta selva de asfalto, moustrosamente creciendo, no , no vemos las casas viejas que son grandes a lo ancho y largo, diminutas a lo alto a comparación de aquellos rascacielos, jamás nos detenemos, un instante a ver la historia que esconden esas puertas de madera, vieja por el pasar de los tiempos, pero echar por artistas anónimos, que hoy en día siguen vigentes cada vez que una puerta se abre y cierra.
En una casa contemporánea de esas que hoy, son estúpidamente demolidas para crear el progreso, hay una historia que sea crea por miles de pequeñas historias.
Un señor con un andar cansino, mas no fatigado, solo pausado como acariciando el tiempo, ve por la ventana de su alcoba, la calle donde ah vivido por años, ve ahora que los jóvenes están en sus casas entretenidos, por a tecnología, ve que el romanticimo va en decadencia, ve como la vida va muriendo.
-Oh años han pasado, la vida va muriendo porque la vida ya no es vida.-
Se le oye decir mientras que su fámula, cumple sus labores y con escoba en mano, solo ve al Señor mirar con ojos de desilusión.
-Señor, disculpe usted a vivido bastante, pero los tiempos cambian, el ayer no es igual al hoy.
- Te equivocas Jacinta, el ayer y el hoy son tan similares, solo cambia la fecha.
-Don Tomassino, que puede a ver de similar, si los jóvenes de hoy en día, ni un saludo saben dar.
-Talvez tengas razón, ven acércate a la ventana- haciendo una pequeña seña con el dedo índice le señala a donde mirar- Ve madre e hija peleando, eso siempre pasa, cuando uno es joven quiero libertad, quiero salir al mundo, el padre siempre nos impide salir por protección, pero al joven no le interesa y se dice a si mismo, yo no seré igual que tu, yo les daré todo a mis hijos, ¿pero sabes que pasa cuando te casas y tienes un hijo? .
Queda un minuto de silencio al no ver contestación Jacinta, que esta mirando por la ventana, el viejo se contesta.
-Te vuelves como el padre, proteges a tus crios, ellos al creer se te revelan como tú lo hiciste alguna vez con tú padre, es un cuento de nunca acabar.
- Ahora ve esa pareja, si se ven lindos en su amor propio, pero mira esa otra pareja que el amor se ha acabado, ella llora, el se lamenta, situaciones aun que tu no me lo creas en mis tiempos pasaban.
Jacinta ante las palabras del viejo Don Tomassino le queda una duda y no se hace esperar para expresar.
- De acuerdo Don Tomassino, usted dijo la vida va muriendo, y dice que todo esto se repite en cada época no entiendo lo que usted trata de decirme.
Don Tomassino, tomando aire, soltando un leve suspiro, gesticulando su mandíbula en forma pensativa
-Mira bien Jacinta, yo mencione la vida es similar, mas no igual, al referirme que la vida se va muriendo, por todo aquello, del ayer que hoy no esta.
No hablo de las casas, los ríos o montañas, hablo de las risas sinceras, el amor a flor de piel, la amabilidad, la cortesía, la locura de vivir la aventura de la vida.
Al terminar de decir esto el viejo se separa de la ventana camina hacia la puerta, dejando a su sirvienta pensando en lo dicho.
- Voy a salir a dar mi vuelta cotidiana, no tardo, llego a la hora de la comida.
Tomando su bastón de roble hecho, su sombrero de ala, corte italiano, en un elegante color beige, emprendiendo así su ya habitual recorrido, saluda a la portera del edificio de alado, llegando así hasta la esquina, doblando la misma , dirigiéndose a un puesto de periódico a comprar su diario, pasando la calle una escuela primaria, se queda mirando un instante, la sonrisa de aquellos pequeños, pasando calles y calles, llegando a una cofetería- con aroma añejo la primera cofetería del vecindario con mas de cincuenta años de tradición- Lugar donde las memorias de Don Tomassino son contadas una, otra y otra vez, entre café, partida de ajedrez, y los viejos amigos. Al terminar la merienda, la última jugada para el jaque mate, el viejo vuelve a casa, si una monotonía aburrida de todos los días.

Que mas puede hacer un señor de edad avanzada, si no, disfrutar lentamente día a día, viviendo en memorias, en recuerdos que no regresaran.

Todo parece normal, aburridamente normal, o talvez no, quizás hoy será diferente, despúes de su ya ritual de platica con su fámula, Don Tomassino, recorre esas calle de nuevo, pero hoy parece todo cambiar. La calle solas, pero vibrantes, la gente alegre esta con una expectación, poco usual, un sin fin de emociones, al llegar con su amigo el periodista se entera del gran suceso.
-Buen día Antonio, pero que pasa hoy se siente un habiente festivo pero con un ligero racimo de nerviosismo.
-Hey, que tal Don Tomassi, claro claro hoy es la final del football, nuestro equipó va por la copa
-Por eso tanto alarde
-Don Tomassi a usted no le gusta el football?
-Que si me gusta muchacho insolente. Yo jugué y fui de los mejores, que te crees que este viejo que vez parado frente a ti no tuvo infancia?
- No Don, discúlpeme yo lo decía con eso que a los viejos, esos juegos les son una tontería.
- Jaja ay jovencito tener arrugas, vista cansada y no caminar a trote no significa que sea viejo de corazón, si así como vez yo soy un jovenzuelo- dando pequeños golpes con el puño en su pecho, justo ahí donde el corazón late segundo a segundo. Con una sonrisa y mirada brillante.
- Don Tomassi le gustaría ver el partido aquí conmigo?, así me platica de sus años de jugador, mi televisor no es grande pero nos servirá- sacando de una caja un televisor portátil, mostrándoselo al viejo.
-Claro una invitación así, no le puedo rechazar
- Entonces no se diga mas, Don Tomassi por favor tome mi silla, pongase cómodo, cuide el puesto en lo que voy por los refresco y la botana, porque hoy todo corre por mi cuenta.

Toda la cuidad esta paralizada, todos o casi todos por no mencionar a los viejos cascarrabias o aquellos que son aburridos de la vida o se creen los seres mas elegantes y finos, están al pendiente del gran suceso, en las vecindades el televisor aun de la abuela funciona perfecto para el momento, en las fondas, restaurantes, cafeterías, bares, estan los televisores encendidos en el gran partido, que da satisfacción a sus comensales, familias reunidas en sus casas todos viendo la gran final, pero poco usual ver en una esquina un puesto de periódicos, con dos señores sentados en bancos de madera, atentos a un televisor portátil, calle vacía sin autos, sin gente pasar, el semáforo trabajando inútilmente porque nadie lo ve, un perro callejero se acerca a estos dos hombres solos en aquella esquina, solos no, acompañando a millones de personas en una espetactación, que solo un deporte como el football puede crear.

El partido arranca cargado de emociones, el equipo local sale luciendo su uniforme de una forma tan elegante, el equipo visitante no se queda atrás, salen los jugadores a la cancha, el abrazo formal de los directores técnicos, el himno nacional que enmarca el gran evento, la hinchada se crece, se canta los cánticos apoyando a el equipo, no falta quien se dirija al poder divino en una plegaria, aquel hombre que toma un sorbo de su cerveza para mitigar el nervio, el niño con los colores de su equipo en su cara, banderas ondeándose, gargantas desgarrándose, el silbato del arbitro hace saber que el partido ah comenzado, el primer pase se ha dado, la locura crece, la primera barrida del equipo rival, el primer robo del balón, la jugada crece, la defensa corre a defender su portería, la ofensiva va por todo, el primer tiro al arco y aaaaaaaaah, porterazo, atajadon, el partido trascurre en un mar de emociones vuelta en tormenta, el primer tiempo se acaba, el empate hace tomar al señor mas cerveza, el sudor y el aroma del habiente se confunden, el segundo tiempo empieza, todo sigue igual, ambos estrategas saben bien el juego, mandan a sus mejores hombres a la cancha, pases, barridas, tiros, cabezazos, atajadas, la emoción se siente, de pronto un tiro de esquina, un tiro centro, un remate y Gooooooooooooooooooooooooooooooooool. la afición se arremolina, brincan con mas estusiasmó, bailan y festejan, la parte opuesta llora, suplica a Dios el milagro, pero esperen parece que, Dios los ha escuchado, en una falta un tiro indirecto se ha marcado, el cobrador se prepara, ve con mirada de águila la portería rival se perfila, tira y Goooooooooooooooooooooooooooool,
el partido se ha empatado, oh Dios mío faltan cinco minutos para el final, no es apto para cardiacos, la final se va a tiempos extras, se juega con mucha rudeza, con hambre de ganar, los corazón de los aficionados, latiendo a mil por segundo, el tiempo se acaba, riiin riiiiing el arbitro marca el final. Oh penales ahora o nunca. los directores técnicos ven su lista de jugadores seleccionando a solo cinco de once jugadores, para cargas sobre ellos la responsabilidad de ganar o perder el campeonato, los ocho primeros tiros, cuatro por cada equipo han sido goles, marcador global cinco - cinco. El portero suspira mira al cielo en suplica que no llegara, por tantas suplicas que están llegando en estos momentos. Hoy Dios tiene mucho trabajo.

El tirador se perfila, arranca de una distancia larga, su pie toca el balón, el portero se lanza, la afición se petrifica en segundos, el balón sigue su viaje el portero no alcanza, es Gooooooooool.
Ultimo tiro del equipo rival, el portero hace movimientos de calentamiento, gira la cabeza, da pequeños, saltos, el tirador camina hacia el manchón penal, acomoda el balón con su manos, en forma devota, da pasos hacia atrás, el arbitro, checa que todo este en orden, alza su mano, la deja caer, señalando al frente a la vez que silva su silbato, tirador con toda decisión corre hacia el balón da un tiro con toda confianza, lleno de esperanzas, el portero se balancea , se avienta...

Todo el mundo se queda en silencio, el arbitro marca que no fue gol, el portero detuvo el balón, dando así la victoria, al equipo local, la fiesta es en grande, los fuegos pirotécnicos, iluminan la cuidad, el papel mache se deja caer llenando de color la cancha, la afición baila de contento es fiesta, es carnaval, la gente que vio el partido por televisión sale de sus casas, con alegría, por el triunfo obtenido, llenando de vida las calles, trompetas, cantos, claxon de autos sonando van, aclamando a sus héroes. Hoy la cuidad no duerme, es fiesta nacional.
En aquella esquina, dos señores, tomando sus refrescos, sin botana, emocionados por que su equipo gano, festejan en pequeño, analizando el partido, ríendose como dos chiquillos, siendo dos mas en la celebración nacional.
El viejo Tomassino, se despide de su amigo, emprende el camino a su morada, llegando, apenas abriendo la puerta su fiel sirvienta Jacinta lo reprende.
-Don Tomassino, donde ah estado usted, ya vio la hora, estaba con el Jesús en la boca...
-Calla mujer todo esta bien, me quede con un viejo amigo, disfrutando de un partido de football.
-Ah vaya, ahora el señor se cree niño chiquillo,¿no?
- Jaja ay Jacinta Jacinta...

Camina a su recamara, riéndose del día vivido, ¿será que esta pequeña travesura, es el inicio de algo nuevo en la vida de Don Tomassino?

Continuara...
Marth.

El Perro

No temas, mi señor: estoy alerta
mientras tú de la tierra te desligas
y con el sueño tu dolor mitigas,
dejando el alma a la esperanza abierta.

Vendrá la aurora y te diré: Despierta,
huyeron ya las sombras enemigas.
Soy compañero fiel de tu fatigas
y celoso guardián junto a tu puerta.

Te avisaré del rondador nocturno,
del amigo traidor, del lobo fiero
que siempre anhelan encontarte inerme.

Y, si llega con paso taciturno
la muerte, con mi aullido lastimero
también te avisaré... ¡Descansa y duerme!

Manuel José Othón.